En
esencia toda emoción constituye un impulso que nos moviliza a la acción, es
decir, aprender a controlar la emociones tanto en el ámbito personal como en el
ámbito laboral no es cosa sencilla, pues hay ocasiones en que las emociones nos
rebasan y terminamos actuando de la peor manera que nos hubiéramos imaginado, por
ello debemos detenernos un segundo y pensar las consecuencias de no actuar de
manera profesional, pues nuestra relación con el equipo de trabajo o con
nuestro jefe inmediato se podría ver seriamente dañada y recuperar dicha
relación nos puede costar sangre, sudor y lágrimas.
Aplicar
la inteligencia emocional en nuestro trabajo podría ser la clave para tener
éxito, puede llegar a ser un medio para lograr los objetivos, también para
controlar el enojo y la ira, ayudar a los compañeros de trabajo para que tengan
una actitud positiva y sobre todo a resolver conflictos por la vía de la
comunicación, construyendo verdaderos puentes con las personas con las que
interactuamos en el lugar de trabajo. Además esto se desarrolla en un medio muy
inestable debido a los factores que se va presentando día a día como es al
rápido desarrollo de la tecnología, la expansión, que implica auge de la
mercadotecnia, y a los rápidos cambios sociales, económicos y políticos por tal
circunstancia donde produce un estado de agotamiento que a lo largo del tiempo
afecta a las actitudes, al estado de ánimo y a la conducta general además
perjudica directamente a la producción laboral lo cual lleva por denominación ESTRÉS.
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